Belleza mortal.

Belleza mortal.

 

Qué gusto da pasear por el campo después de la primavera que hemos tenido. Todo está verde y rebosa de vida por todas partes. Todo está florido y hermoso. Pero toda esta belleza esconde algunos peligros, peligros que pasan la mayoría de las veces desapercibidos. Peligros sobre todo para nuestros caballos. Mientras nosotros disfrutamos de las vistas ellos disfrutan con su paladar de los pastos verdes que les ha dejado la primavera.

Aunque la mayoría de las plantas son comestibles en nuestras latitudes y no dan problemas importantes, hace falta tener en mente algunas de ellas y conocer sus efectos perjudiciales.

Hoy hablaremos de la Ferula communis, también conocida como cañaférula, cañaheja y muchos otros nombres dependiendo de la región en la que nos encontremos.

Es un arbusto con un tallo erecto que puede alcanzar hasta los 3 metros de altura y unas flores amarillas muy características.

 

Produce una intoxicación en los caballos y en otras especies ganaderas conocida como ferulismo.

Las sustancias tóxicas que presenta la planta son la ferulina y la umbeliferona, responsables de los diferentes síntomas que  presentan los animales. Y dichas sustancias se encuentran en toda la planta, estando más concentradas en las raíces.

La importancia de esta intoxicación radica en que, cuando nos damos cuenta de que nuestros animales están intoxicados, suele ser ya demasiado tarde.

Como he dicho anteriormente, la intoxicación se produce por la ingesta de estas plantas. La teoría nos dice que los caballos y otros herbívoros no se las suelen comer porque no presentan unas características organolépticas precisamente atractivas. Por ello, la época del año en la que se presentan mayor número de intoxicaciones por la ingesta de esta planta, es al final del verano, cuando ya no suele haber pasto verde y las únicas plantas verdes que quedan son las férulas. Si no tienen otra fuente de alimento, muy posiblemente se las comerán. Pero claro, esto es la teoría. La realidad y nuestra experiencia nos dice que, en determinadas ocasiones y por razones que no llegamos a comprender, los caballos deciden degustar estas plantas incluso en plena primavera naciente, cuando los campos son auténticos vergeles de plantas y hierbas mucho más apetecibles. Por ello recomendamos estar muy atentos para detectar e identificar estas plantas.

Los síntomas que se presentan son variados y que se den unos u otros depende de la sensibilidad del animal al tóxico y de la cantidad ingerida. Los efectos pueden aparecer a tan solo 12 horas de la ingesta. Se verán edemas en las regiones distales, mucosas pálidas, petequias, hematomas, diarreas hemorragicas, anorexia, apatía …y en algunos casos incluso, seremos testigos de una muerte súbita.

¿Cómo se puede diagnosticar esta enfermedad? 

Pues básicamente relacionando la sintomatología con la presencia de esta planta en la zona de pasto de nuestros caballos.  Si nuestro caballo aparece con alguno de estos síntomas y en los cercados en los que se encuentra está presente la Ferula communis, lo más probable es que sea esta la causa del cuadro clínico.

¿Existe tratamiento para esta intoxicación?

Hay una serie de tratamientos y terapias a tomar por vuestro veterinario que si bien, no siempre son efectivas al 100%, ayudarán mucho en la recuperación de los caballos afectados. Aunque es muy importante remarcar que, por desgracia,  no siempre tendrán el efecto deseado.

Pero ante todo recordad que se trata de una URGENCIA. Llamad a vuestro veterinario de confianza lo antes posible porque cuanto antes se empiece con el tratamiento más posibilidades tendrá de éxito.

¿Qué medidas preventivas se pueden tomar?

Si tenéis una finca o pastos dónde vayáis a soltar a vuestros caballos, aseguraos que no existen plantas de Ferula communis y si las hay, cortadlas en la medida de lo posible. Es muy importante que os aseguréis que los caballos tienen alimento suficiente que cubra sus necesidades de modo que no tengan que recurrir a estás plantas como fuente de alimentación. Aunque, como os hemos dicho, a veces se las comen sin motivo ni razón aparente.